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Dermatología Quirúrgica

Carcinoma epidermoide o carcinoma espinocelular: El 2º más común

Dra. Elena Vargas, médico colegiada especialista en dermatología quirúrgica, estética y venereología
Dra. Elena Vargas
23/5/2025
carcinoma espinocelular

¿Notas una costra que se repite en el dorso de la mano o un “granito duro” en la oreja que sangra con el roce? Podría tratarse de un carcinoma de células escamosas (CCE), el segundo cáncer de piel más frecuente después del carcinoma basocelular.

Cuando hablamos de cáncer de piel, muchas personas piensan inmediatamente en el melanoma, pero hay otros tipos que también merecen nuestra atención.

Como dermatóloga, sé que la palabra “cáncer” asusta, pero también sé que, cuando lo detectamos a tiempo, el pronóstico suele ser bueno y el tratamiento suele ser sencillo.

En la consulta dermatológica, no es raro encontrar pacientes que han notado una lesión en la piel, “una heridita que no termina de curar”, pero que no le han dado importancia porque no duele. Justamente, esa es una de las características del carcinoma escamoso: puede pasar desapercibido al principio, pero necesita ser evaluado cuanto antes.

¿Qué es el carcinoma de células escamosas o espinocelular?

El carcinoma de células escamosas (también conocido como carcinoma epidermoide) es un tipo de cáncer de piel que se origina en las células escamosas, que son células  situadas en las capas más superficiales de la epidermis.

Cuando estas células sufren un daño acumulado, sobre todo por la radiación ultravioleta, empiezan a multiplicarse sin control y forman una lesión que, al principio, puede parecer una simple costra o verruga.

  • Supone 20‑25 % de todos los cánceres de piel en España.
  • Con más frecuencia afecta a personas de piel clara y a mayores de 60 años, pero cada vez lo vemos antes en pacientes con mucha exposición solar.
  • El 95 % se localiza en zonas “soleadas”: cara, pabellones auriculares, cuello, antebrazos y dorso de las manos.

Es el segundo cáncer de piel más común, solo por detrás del carcinoma basocelular, y aunque no suele ser tan agresivo como un melanoma, puede crecer, invadir tejidos profundos e incluso diseminarse (hacer metástasis) si no se trata a tiempo.

¿Cómo reconocerlo? Signos y síntomas del carcinoma espinocelular

El carcinoma de células escamosas puede presentarse de muchas formas, y por eso no siempre es fácil de identificar a simple vista. A menudo, los pacientes llegan a consulta diciendo que tienen “una costra que no se va” o “una herida que parece mejorar pero vuelve a aparecer”.

  • Lesión escamosa o áspera al tacto, que puede parecer una mancha seca o una costra persistente.
  • Bulto o nódulo elevado, que puede crecer con el tiempo.
  • Úlcera o herida que no cicatriza, y que a veces sangra o supura.
  • Placa rojiza con bordes elevados, que puede parecerse a una verruga.
  • Dolor, picor o sensibilidad al tacto en la zona afectada, aunque a veces la lesión no duele.

Las zonas más comunes donde aparece son las más expuestas al sol: cara, orejas, cuero cabelludo (en personas con alopecia), cuello, brazos y manos. Pero también puede aparecer en labios, genitales o dentro de la boca, sobre todo si hay otros factores de riesgo asociados.

Imagen extraída de Wikipedia

Diferencia entre queratosis actínica y carcinoma espinocelular

Una de las preguntas más comunes que escuchamos en consulta es si una lesión escamosa puede ser simplemente una “mancha del sol” o algo más serio.

La queratosis actínica y el carcinoma de células escamosas comparten muchas características clínicas y, a veces, pueden confundirse a simple vista.

Ambas aparecen por daño solar acumulado, suelen desarrollarse en zonas expuestas y tienen un aspecto rugoso, costroso o descamativo, pero la diferencia está en su naturaleza y evolución:

  • La queratosis actínica es una lesión precancerosa. Es decir, no es cáncer, pero puede convertirse en uno con el tiempo si no se trata. Suele verse como una mancha áspera, como una costra seca que no desaparece.
  • El carcinoma escamoso, en cambio, sí es cáncer de piel. Suele ser más grueso, puede sangrar, formar una herida, tiene tendencia a crecer a veces rápidamente.

La clave está en que toda queratosis actínica tiene el potencial de transformarse en un carcinoma escamoso con el tiempo, por eso no deben ignorarse.

¿Cuándo acudir al dermatólogo?

Una característica importante del carcinoma escamoso es su tendencia a crecer de forma progresiva.

Por eso, si notas que una mancha, una costra o una “verruga rara” está cambiando de forma, tamaño o color, o simplemente no desaparece con el paso de las semanas, es fundamental acudir al dermatólogo para valorarlo.

Causas del carcinoma de células escamosas

El carcinoma de células escamosas no aparece de un día para otro. Es el resultado de una serie de factores que, con el tiempo dañan el ADN de las células de la piel y favorecen que se transformen en células cancerosas.

En la gran mayoría de los casos, la principal causa es la exposición prolongada y acumulada a la radiación ultravioleta (UV).

  • Exposición solar crónica: Pasar muchas horas al sol a lo largo de los años sin protección adecuada es la causa más frecuente. Este riesgo es especialmente alto en personas que trabajan al aire libre, como agricultores, jardineros o pescadores, o que han tenido una vida muy activa al sol sin protección solar.
  • Uso de cabinas de bronceado: Las lámparas de rayos UVA artificiales emiten radiación ultravioleta que también daña el ADN de las células cutáneas. Su uso está vinculado a un aumento del riesgo de varios tipos de cáncer de piel, incluyendo el carcinoma escamoso.
  • Piel clara: Las personas con piel clara, cabello rubio o pelirrojo y ojos claros tienen menos melanina, el pigmento que protege la piel del daño solar. Por eso, su piel es más vulnerable a los efectos acumulativos del sol.
  • Quemaduras solares intensas: Las quemaduras solares, especialmente aquellas que ocurren en la infancia o adolescencia, incrementan el riesgo de desarrollar cáncer de piel años o incluso décadas después.
  • Inmunosupresión: Las personas que tienen disminuido el sistema inmunológico—como pacientes trasplantados, con enfermedades autoinmunes o en tratamiento inmunosupresores, tienen mayor riesgo de desarrollar este tipo de carcinoma.
  • Lesiones precancerosas previas: Las queratosis actínicas, que son manchas ásperas y descamativas causadas por el sol, pueden transformarse en carcinoma epidermoide si no se tratan. Son una señal de que la piel ha sufrido daño solar importante.
  • Exposición a sustancias tóxicas: El contacto prolongado con compuestos como el arsénico o determinados productos químicos industriales también puede aumentar el riesgo, especialmente en contextos laborales sin protección adecuada.

Diagnóstico y tratamiento del carcinoma espinocelular

Diagnóstico

Ante una lesión sospechosa, el dermatólogo realiza una exploración visual detallada, a menudo con dermatoscopia, una herramienta que permite ver estructuras invisibles a simple vista.

Si hay dudas, se indica una biopsia, un procedimiento rápido y con anestesia local, que consiste en tomar una muestra de la piel para analizarla en el laboratorio. Esta prueba confirma si hay células cancerosas y ayuda a valorar la profundidad y el tipo del tumor.

¿Cómo se trata el carcinoma espinocecular?

El tratamiento del carcinoma de células escamosas depende del tamaño, la localización y la profundidad de la lesión. En la mayoría de los casos, es posible eliminarlo de forma completa y efectiva con intervenciones mínimamente invasivas.

  • Cirugía: Es el tratamiento de elección.. Consiste en extirpar la lesión con un margen de piel sana para eliminar todas las células cancerígenas. En algunos casos o en localizaciones complejas se puede optar por cirugía micrográfica de Mohs, que permite preservar al máximo el tejido sano.
  • Curetaje y electrodesecación: Se raspa la lesión y luego se cauteriza la zona. Se usa solamente en lesiones superficiales.
  • Crioterapia: Se congela la lesión con nitrógeno líquido. Es útil para tratar las queratosis actínicas.
  • Tratamientos tópicos: En ciertos casos superficiales, se pueden usar cremas con medicamentos que estimulan el sistema inmunológico o destruyen células tumorales.
  • Radioterapia o tratamiento sistémico: Se reservan para tumores muy avanzados, recurrentes o en pacientes que no pueden operarse.

Cómo hemos dicho, lo más importante es diagnosticarlo a tiempo, ya que cuando se trata en fases iniciales, el pronóstico es excelente.

Por ello si tienes una lesión que no cicatriza o te genera dudas, No lo dejes pasar. Consulta con un dermatólogo.

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