La dermatología es una especialidad médico quirúrgica.
Existen varios tipos de cáncer de piel siendo los más frecuentes los carcinomas o epiteliomas, que son de dos tipos: carcinoma basocelular y carcinoma o epitelioma espincoelular.
Estos tumores tienden más a la invasión local y pueden destruir la piel y los tejidos adyacentes como el músculo o el hueso, siendo poco frecuente su tendencia a la diseminación a distancia y a dar metástasis.
Sin embargo el melanoma es de los cánceres de piel más agresivos y con mayor capacidad para diseminarse a otros órganos. Es por ello muy importante el diagnóstico y tratamiento precoz.
Existes otros tumores cutáneos menos frecuentes como los fibroxantomas atípicos, el tumor de Merckel, los linfomas cutáneos, así como tumores anéxales benignos. El diagnóstico del cáncer de piel es fundamentalmente clínico, y a veces nos ayudamos de la biopsia para su correcto diagnóstico.
Es muy importante que, además de las revisiones periódicas dermatológicas, los pacientes se auto-exploren de forma periódica. Si se produce un aumento de tamaño de un nevus o lunar o un cambio en su coloración, o que tenga picor o sensación de quemazón en el mismo es importante que consulten con su dermatólogo. Si aparecen nuevas lesiones en la piel, en forma de heridas que no curan o que sangran, pueden tratarse de epiteliomas basocelulares o espinocelulares y es importante un diganóstico y un tratamiento precoz.
Los dermatólogos extirpamos nevus melanocíticos, quistes epidérmicos, lipomas y otros tumores cutáneos que pueden ser benignos o malignos. La mayoría de la cirugía dermatológica se hace con anestesia local y regional y en cirugías más complejas será necesario ayudarnos de sedaciones o incluso de anestesias generales.
Existen lesiones benignas que molestan o resultan antiestéticas para el paciente y las extirparemos con cirugía simple o en ocasiones con láser, como el láser de CO2.
El tratamiento de el cáncer de piel suele ser quirúrgico. Los tumores malignos cutáneos se extirpan utilizando técnicas quirúrgicas simples y en los tumores de mayor tamaño o de localizaciones comprometidas, será necesario técnicas reconstructivas más complejas como los colgajos o los injertos.
Es muy importante realizar curas adecuadas de la herida quirúrgica para evitar las complicaciones infecciosas y que se produzca una cicatrización anómala. Además, podemos realizar la cicatrización asistida por láser o técnica LASC - Laser Assisted Skin Closure, que consiste en tratar de forma precoz las cicatrices con fuentes de luz, empezando incluso desde el mismo día que se retira la sutura, con el objetivo de conseguir una cicatriz muy poco perceptible.
La uña encarnada es un problema frecuente que se caracteriza porque la lámina ungueal o tabla ungueal se clava en el pliegue ungueal lateral provocando dolor e hipertrofia de este pliegue.
Existen medidas conservadoras para revertir este problema, como el uso de calzado adecuado que sea ancho y de poco tacón, separar el pliegue de la uña con algodón o con esparadrapo o incluso usar tratamientos anti-inflamatorios para disminuir la inflamación del pliegue.
A veces es necesario eliminar el cuerno de la matriz ungueal, que es la parte de la matriz que hace que crezca el lateral de la uña. A este procedimiento se le denomina matricectomía, y puede hacerse con cirugía o con fenol, y evita permanentemente el crecimiento del lateral de la uña, evitando que se clave en la piel.
Un problema frecuente es que se dilate el orificio de los lóbulos de las orejas por el uso de pendientes, lo que dificulta o imposibilita usar los mismos si son de determinado tipo.
Existen diversas técnicas para repararlos, siendo todas ellas quirúrgicas. Son procedimientos sencillos que se pueden realizar en una sala de cirugía menor bajo anestesia local.
El lóbulo rasgado puede ser completo, cuando se rasga completamente o incompleto cuando la parte inferior del lóbulo está todavía conservada. Las opciones reconstructivas reparadoras son múltiples, desde la clásica z-plastia hasta el colgajo en U, y la técnica en L o en V invertida.
También se pueden refrescar los bordes y cerrar de nuevo el orificio aunque este método tiene una mayor tendencia a la recidiva o a que vuelva a rasgarse.
Una técnica útil y sencilla es la media z-plastia o técnica en hamaca, que consigue resultados muy aceptables con bajo riesgo de recidiva. En algunos pacientes a la vez que hacemos la reconstrucción podemos dejar el orificio previo o uno nuevo, y en otros pacientes no se puede mantener y debemos esperar 3 meses tras la cirugía para realizar un nuevo piercing.
A estas técnicas reconstructivas podemos asociar relleno con ácido hialurónico para engordar el lóbulo en aquellos pacientes que lo tengan muy adelgazado.